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Posts Tagged ‘Las funciones de la soledad’

¿Quién no se ha sentido sólo o sola alguna vez en su vida? ¿Quién no ha pasado por esos amargos momentos en que cada día es un desierto afectivo? Un páramo sin nadie con quien compartir desde las cosas más pequeñas y cotidianas, hasta los grandes sueños que le dan sentido y sabor a la existencia.

¿Por qué acontece ese difícil estadío en el cual no tenemos con quien  comentar una película? Alguien a quien darle  la impresión que nos dejó la belleza de un lugar, o para hablarle de un proyecto, o con quien compartir un encuentro amoroso, o contarle nuestras desazones en momentos en  que sólo buscamos una palabra de aliento para hacer borrón y cuenta nueva y continuar adelante.

¿Por qué, si somos tantos y diversos, existe la soledad? ¿Tiene alguna función? ¿Es deseable? ¿Habría que renegar de ella cuando nos abraza implacable para colocarnos en su regazo? ¿O habría que combatirla buscando distintas clases de placebos que nos permitan disfrazarla con distracciones superficiales, con la esperanza de sentirnos un poco más aliviados?

La soledad produce sufrimiento. De eso no hay duda. Sin embargo, si supiéramos para qué se nos presenta en nuestras vidas, descubriríamos a una gran maestra que viene, amorosamente enmascarada, a enseñarnos lecciones que no podríamos aprender bajo ninguna otra circunstancia. Ser concientes de esto no nos va a mitigar el dolor. Pero nos va a permitir dirigir nuestra energía y nuestra mente, en una dirección más apropiada e inteligente, para asimilar sin pérdidas de tiempo aquello que debemos aprender.

No hay que alarmarse. Así como luego de una tormenta, por más caótica que haya sido, el sol siempre sale de nuevo, del mismo modo la soledad se retira complacida cuando ya estamos maduros para aplicar los aprendizajes que ella se ocupó de inculcarnos, con aspereza, sin duda, pero con profunda sabiduría. Y una vez que lo hayamos logrado, podremos reconvertir el sentimiento de angustia, tristeza o impotencia, en gratitud. Para despedirla con un merecido reconocimiento por todo lo que nos ha ayudado a progresar.

Las funciones de la soledad

Desde la psicología akáshica  observamos que el estado de soledad tiene múltiples funciones. Identificaremos las cinco principales.

1. La madurez

La soledad aparece en nuestras vidas para hacernos madurar.

Cuando a nuestro alrededor siempre tenemos allegados dispuestos a atender o intervenir en nuestros dilemas, problemas, inquietudes, desafíos o decisiones, perdemos la gimnasia de indagar cuál es nuestra verdad. Sistemáticamente nos recostamos en ellos para pedirles opiniones, puntos de vista, asesoramiento, orientación, qué nos digan qué hacer. Entonces dejamos de buscar la respuesta dentro nuestro, precisamente allí donde están todas las respuestas que necesitamos.
Debilitamos el mecanismo. Y nos empequeñecemos.

Para ser, nos hacemos dependientes de los demás.

Avancemos un paso más. El lugar “donde están todas las respuestas” significa aquellas decisiones que necesitamos tomar para resolver y avanzar en el sentido correcto. La respuesta que yo necesito no es igual a la tuya, porque mi camino no es igual al tuyo. ¿Por qué? Porque mi mundo interior es único e irrepetible. Como el tuyo. ¿Sería posible entonces aplicar la misma información a dos realidades diferentes? Lo que yo necesito no es lo mismo que necesitás vos, por más amor que me tengas y más pura sea la intención que te haya inspirado la opinión que me das.

La soledad viene a enseñarnos la dirección hacia la cual debemos buscar las respuestas a nuestra existencia: adentro nuestro. Aún a riesgo de equivocarnos. Si no lo intentamos, ¿cómo vamos a entrenarnos hasta aprender a captar con claridad, adónde están y cuáles son esas respuestas que nos iluminen el camino?

Alcanzamos la madurez, entonces, cuando tomamos conciencia que ser dueños de nuestras vidas es dejar de proyectar en los demás la propiedad del conocimiento acerca de lo que debemos hacer o decir. La acariciamos, cuando nos constituimos en seres independientes que nos hacemos responsables de ser fieles a nuestro propio camino, singular y diferente al de todos los demás. La consolidas, cuando sientes la necesidad de construirlo con el cemento que sólo tu posees, porque eres quién pisará y andará por ese camino.
Nadie puede conocerlo mejor que vos, porque es tuyo, y está en tu interior.

La soledad te enseña a no depender de las opiniones de los demás. Ni para construirlo, ni para caminarlo.

Y no sólo esto. Además, te demuestra que te encuentras en perfectas condiciones para conquistar esa autonomía.
Cuando te des cuenta de ello, una de las cinco razones que justificaban su presencia en tu vida, dejará de tener actualidad.

2. La introspección

Nadie puede conocerse bien si no hace un profundo viaje hacia su interior. Ya sabemos con qué énfasis, desde la antigüedad y más atrás en el tiempo también, se insistía en que la única manera de progresar y expandir la conciencia, es conociéndose a uno mismo.

¿Podrías conocerte a fondo sin practicar una estricta introspección, frente a la cantidad de estímulos mediáticos y sociales que proliferan en nuestra vida moderna?

Imposible.

Entonces la soledad viene en tu ayuda, eliminando uno de los factores que van a conspirar para que logres el objetivo.

3. La transmutación del sufrimiento en servicio

La soledad provoca sufrimiento. No hay duda de ello y todos lo hemos padecido. Pero ese sufrimiento tiene un sentido trascendente, y es el de ofrecerte una oportunidad para que te vuelvas más sensible a él, lo comprendas mejor, y al vivirlo en carne propia, lo puedas identificar en los demás.

Si cuando lo reconozcas en los seres que te rodeen, sin que importe la especie a la que pertenezcan ni el tipo de dolor que padezcan,  haces algo para ayudar a mitigarlo despertando a la conciencia del amor compasivo, entonces se habrá cumplido la tercer función de la maestra Soledad:  mejorarte como persona.

4. El silencio

Vivimos en un mundo bombardeados por sonidos, ruidos, bocinas, sirenas, motores, locuciones mediáticas, publicidades, charlas superficiales, actividades sociales… ¿Cómo harás ese viaje hacia tu interior, si además tenés a alguien al lado que te invita con su presencia o conversación, a que proyectes tu conciencia permanentemente hacia el exterior, pronunciando palabras, consumiendo ideas ajenas, emitiendo o recibiendo pensamientos? Muy difícil que lo logres, porque se trata de un ciclo que se retroalimentará  indefinidamente. Así no podrás alcanzar cuotas importantes de silencio, imprescindibles para conseguir un firme progreso espiritual. Y sin cultivarlo,  ¿crecerías hacia un nuevo nivel más elevado de ser? ¿Acaso no continuarías viviendo desde el personaje que has construido con empeño, en lugar de que tus pasos sean dictados por tu esencia vital?

5.  La identidad.

¿Llegarías a descubrir quién sos, si siempre estás rodeado de alguien que te lo hace saber? En el plano de las relaciones recibirás las proyecciones de lo que creen que sos, pero nunca te entregarán la representación de tu verdadera identidad.

Si nunca tuviste la chance de dejar de permitir que sean los demás quienes te digan quién sos, y definan lo que para vos está permitido hacer, decir, creer, decidir o no, entonces la Soledad llega a tu vida con un mensaje: “ No quiero  verte perder más el tiempo. A partir de ahora, tu eres el creador de tu vida. Pero para crearla, antes vas a tener que descubrir quién sos. Hasta que eso no ocurra, la casa se reserva el derecho de admisión y permanencia. Mientras estés en obra, no se admitirán visitas. ¡A trabajar!”.

Pablo Vaserman

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